-Cuando
somos felices no nos damos cuenta, eso también es injusto.
Deberíamos vivir la
felicidad intensamente y tendríamos que poderla guardar para que en
los momentos en que nos haga falta pudiéramos coger un poco, del
mismo modo que guardamos cereales en la despensa o recambios de papel
higiénico por si se acaba, ¿entiende?
+¿Por qué necesita recambios?
-¿Y usted no? ¿Ya es bastante feliz?
+No, no lo soy, pero... No creo que lo necesite.
+¿Por qué necesita recambios?
-¿Y usted no? ¿Ya es bastante feliz?
+No, no lo soy, pero... No creo que lo necesite.
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La felicidad es injusta. |
Qué
difícil. Pero me parece que aún es más difícil quedármelo para
mí sola. Supongo que por eso lo hago. Tú siempre me preguntabas en
qué momento había empezado a quererte. Empecé a quererte
exactamente cuando me llamaste para decir que me dejabas. De hecho
fue en ese preciso momento cuando olvidé el amor que sentía antes,
me olvidé de la ternura y del sexo, de tu lengua, me di cuenta de
que lo que había sentido antes no era más que el simple reflejo de
lo que era el amor. Descubrí que no te había querido nunca. De
repente pensé en aquella torturaba que practicaban en Francia.
¿Sabes qué hacían? Ataban las extremidades de una persona a cuatro
caballos y los azuzaban en direcciones diferentes. Pues así es cómo
me sentí. Así es cómo me siento. Ahora ya sé lo que es amar. Te
amo con esa clase de amor que había rezado por sentir cuando era
una adolescente y
que ahora rezo por no volver a sentir nunca más.
Puede
pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa. Puedes amar tanto a una
persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo y
acabes perdiéndola. Puedes despertarte al lado de alguien a
quien hace unas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate
ahora. Es como si alguien te regalara uno de esos puzles con
piezas de un cuadro de Madrid, de la foto de unos ponys o de las
cataratas del Niágara; y se supone que ha de encajar, pero no.
Cada vez piensas que en esta ocasión lo harás bien. Que no repetirás los errores o lo que crees que fueron los errores que cometiste la última vez. Pero no es así, claro. No es tan sencillo. Aquella mirada en sus ojos. Aquella conversación sobre los domingos... Por un momento pensé que... en fin, me equivoqué.
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